El escenario digital en Europa para 2024 presenta un panorama de desafíos críticos para las redes sociales. Tras un 2023 marcado por la debacle de Twitter y el surgimiento de alternativas como Mastodon, Bluesky y Threads, el continente se prepara para abordar problemas fundamentales en el sector. La transformación de Twitter en «X» por Elon Musk y la creciente preocupación por la conducta de plataformas como Facebook e Instagram son solo la punta del iceberg.
La Unión Europea, consciente de los retos emergentes, ha comenzado a intervenir, poniendo especial atención en la plataforma «X» de Musk y su adaptación al Reglamento de Servicios Digitales. Sin embargo, las preocupaciones van más allá e incluyen el manejo de plataformas de vídeo como TikTok, YouTube y Twitch. En un contexto donde la economía de los creadores es una realidad, estas plataformas enfrentan una crisis reputacional y desafíos regulatorios sin precedentes.
Uno de los retos más acuciantes es recuperar la confianza del público. Escándalos como el de Cambridge Analytica y el impacto negativo de Instagram en la salud mental de los adolescentes han erosionado la percepción de estas plataformas. La teoría de la «enmierdación» de Cory Doctorow, que describe cómo los beneficios de las plataformas se desvían progresivamente de los usuarios a los anunciantes y luego a los accionistas, resuena más que nunca.
En este contexto, la Unión Europea ha implementado el Reglamento de Mercados Digitales (DMA) y el Reglamento de Servicios Digitales (DSA), con efectiva aplicación en 2024. Estos reglamentos buscan controlar el poder de las plataformas digitales y asegurar una relación más justa con sus usuarios, abordando temas de moderación de contenidos y libertad de expresión.
Además, el desafío de la privacidad sigue siendo central, especialmente con los cambios en la política de cookies de Google Chrome y la continua adaptación al RGPD. Las redes sociales también deben enfrentar la revolución de la IA generativa y su impacto en la desinformación.
El 2024 promete ser un año decisivo en el que la efectividad de la regulación y la voluntad de las plataformas de cumplirla serán puestas a prueba, marcando el futuro del internet de plataformas en Europa.
Información extraída del artículo original publicado en Business Insider.